Los mocos son nuestros grandes enemigos a poco que baje unos grados la temperatura.
Pero en realidad no es así, son un mecanismo de defensa de nuestro organismo, es decir, nuestros aliados. Al sentirse atacadas, las mucosas producen moco para atrapar a lo que les está molestando y protegerse.
Aunque en la práctica los mocos son nuestra pesadilla. Los hay líquidos y viscosos, transparentes o de un color verde que da grima.
¿Qué ocurre cuando nuestros hijos tienen mocos? ¿Qué hay que hacer?
«Pues nada, no hay que hacer nada cuando tienen mocos, hay que hacer algo cuando los mocos les molestan».
Y no hablo de cuando los lleva colgando de la nariz, que eso a muy pocos niños les molesta, nos molesta sobre todo a las madres; hablo de cuando no les dejan respirar, ni comer, ni dormir.
Hay mocos transparentes y muy líquidos, lo que en mi casa se conoce como «moquillo». Son muy pesados, irritan la nariz de tanto limpiarse, pero no suelen dificultar la respiración y por tanto no interfieren para comer ni para dormir.
En el caso de que si lo hagan, debéis consultar a un pediatra porque un buen tratamiento sería un antihistamínico. Insisto, si son molestos para el niño.
Pero es que hay unos mocos espesos, amarillentuzcos o verdosos, bien criados, que esos sí que son molestos. Taponan la nariz impidiendo respirar, por lo que no se puede compatibilizar con comer, que parece que en vez de estar sentados a la mesa están corriendo una maratón de lo que jadean. Al dormir también se respira por la boca, irritando a su vez la garganta porque se reseca.
Para esos mocos una de las mejores cosas son los lavados nasales con suero fisiológico. Ya conté hace unos meses que a mi hijo le encanta, porque lo toma como un juego, pero si no es vuestro caso, igualmente creo que debéis intentarlo.
El suero fisiológico o el agua de mar, hace mucho más fluido el moco y te permite sacarlo con mucha más facilidad.
Si es un niño pequeño que no sabe aún sonarse, se le echan unas gotitas de suero en la nariz y, si sigues viendo moco, utilizamos ese aparato que tanto nos gusta que es el sacamocos (¿lo que no hagamos por nuestro hijo por quién lo vamos a hacer?).
Si es mayor y ya se suena, pondremos la cabeza de lado, echando el suero con cuidado por el agujero de arriba, hasta que salga por el de abajo. Esto requiere práctica, sobre todo si tienes que estar sujetándolo para que te deje hacerlo. Por lo tanto, no te agobies, tu echa un chorro por cada agujero y no te preocupes de más. Luego a sonar con un pañuelo (o con las manos en el lavabo como yo hago con mi enano para que se parta de risa) y listo. Ya tenemos un rato sin mocos.
Es importante no ponernos nerviosas ni hacer una batalla campal de lavado de mocos. Dejarlos jugar con el suero, probarlo, echárselo ellos. Y no hacerlo cada dos por tres, que tampoco hace falta. Todo para evitar que el niño le coja miedo y sea una tortura.
Si lo hacemos antes de comer, podrá respirar mucho mejor. Si lo hacemos antes de dormir, podrá conciliar el sueño con menos molestias.
Tampoco se nos puede olvidar que es importantísimo estar bien hidratados durante estos procesos catarrales. El agua es maravillosa para el organismo, y en el caso de los resfriados con mocos, ayuda a que éstos sean más fluidos y a producir menos moco, las mucosas bien hidratadas son menos susceptibles a irritaciones.
También nos puede ser útil tener un porcentaje de humedad elevado en la habitación del niño. En esta época del año que hace un frío que pela, utilizamos calefacciones, radiadores, chimeneas, y eso reseca el ambiente. Un humidificador puede ser útil para que el ambiente esté menos seco.
Y por hoy ya está todo. Le hemos dado un buen repaso a los mocos. ¿Hay algo más que te interese sobre los mocos? ¿Qué trucos tienes tú para aliviarlos? Déjame tu comentario.