SALUD

La tos puede llegar a ser una tortura

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Dicen que las desgracias nunca vienen solas, y en el caso de los mocos es muy fácil que vengan de la mano de nuestra querida tos. La tos puede llegar a ser una tortura.

En primer lugar porque aunque tú estés muy tranquila con la tos de tu hijo, siempre habrá otra mamá, abuela, e incluso cualquier desconocido en el autobús, que cuando lo oiga toser exclame con cara de horror «¡vaya tos!, ¿estará tomando algo no?».

Y tú que estás aguantando estoicamente este nuevo catarro, pones cara de poker y contestas «claro, claro, le empezó esta mañana, pero ya le he dado el jarabe».

Y es que hay cosas que nos cuestan mucho trabajo. Una de ellas es estar callados y no andar juzgando al resto del mundo. Y otra es ver a nuestro hijo con alguna molestia y comprender que no es necesario atiborrarlo de fármacos.

Nadie quiere ver a su hijo enfermo y además no hacer nada, pero es que la tos, como los mocos, no es siempre necesario tratarla.

Es otro mecanismo de defensa que, en este caso, nos sirve para expulsar cualquier cuerpo extraño, incluido el moco, de las vías respiratorias.

Hay distintos tipos de tos y es importante reconocerlos para saber qué se debe hacer en cada caso.

Una tos que provoca dificultad respiratoria con signos tales como: ruidos respiratorios (silbidos y crepitantes), movimientos torácicos anormales (hunde el esternón y se le marcan las costillas), respiración muy rápida, agitada y superficial (aleteo nasal en lactantes); debe ser observada y tratada por un especialista.

Pero la que nos encontramos día a día en nuestros niños, que no les dificulta la respiración ni las actividades normales, pero que es continua durante días e incluso semanas, podemos reconocerla fácilmente.

Hay dos grandes tipos: la tos seca y la tos productiva.
En el caso de la productiva, su propio nombre nos habla de sus bondades. Es una tos que produce lo que pretende. Es decir tose para arrastrar moco y lo arrastra. Esa tos no debemos cortarla.

En el caso de la tos seca o irritativa, también su nombre nos la define. Es una tos persistente, que hace daño en la garganta y que no expulsa nada. Nuestras vías respiratorias están preparadas para reaccionar tosiendo a cualquier estímulo molesto que sientan, pero si no corregimos la causa, continúa esa tos persistente que no consigue nada.

Esta tos es muy común en casos de sequedad de las vías respiratorias, de ahí la importancia de mantener muy bien hidratado al niño con tos, para que las mucosas se recuperen de las agresiones y no continúen provocándola.

Yo recomiendo fervientemente un remedio natural a base de miel, zanahoria y jengibre (se corta la zanahoria en rodajas finas con piel y el jengibre igual pero pelado, se echa en un bote y se cubre con miel. A las pocas horas habrán soltado su jugo que habrá licuado la miel y formado un jarabe más líquido rico en vitaminas). Ayuda a reepitelizar las mucosas que si no se sienten agredidas no se tienen que defender.

Otro remedio infalible, aunque haya quien lo considere una «chochería de abuela», es poner una cebolla recién partida cerca de nuestro hijo cuando duerme. La cebolla nos hace llorar cuando la partimos porque contiene una sustancia que atrae el agua y nosotros muy serviciales se la proporcionamos con lágrimas (un truco para no llorar es partir la cebolla con el grifo abierto). Igualmente al estar dormidos con la cebolla, nuestro organismo va a mantener las mucosas hidratadas y eso va a eliminar en gran parte la tos.

Además mantener la nariz despejada, con hidratación y lavados nasales, va a permitir a nuestros hijos respirar por la nariz y no con la boca abierta produciendo más sequedad.

Esto es, a grandes rasgos, lo primero que debemos saber de la tos. Está claro que hay muchas otras complicaciones derivadas de infecciones en las vías respiratorias, como las laringitis, las bronquitis y las neumonías. De todas estas hablaremos más adelante si os interesa el tema.

Un último consejo, enseñar a nuestros hijos a cubrir su boca antes de toser ayuda a que los gérmenes no se diseminen con tanta facilidad, eso acompañado del lavado frecuente de manos, podría ahorrarnos muchos contagios.

¿Te ha parecido interesante? ¿Qué haces tú cuando te comentan la tos tan fea que tiene tu hijo? ¡Cuéntanos tus trucos!»