Foto: hortongrou
La exposición a elevadas temperaturas supone una agresión a nuestro organismo, hay peligro de deshidratación, agravamiento de una enfermedad crónica y golpe de calor.
Los niños y las niñas son más susceptibles al exceso de calor ambiental porque:
– tienen menos peso
– producen menos sudor que las personas adultas
– su temperatura corporal sube más deprisa
– se adaptan peor a las altas temperaturas
Protección frente al calor
– Entre las 11 y 18 horas evita su exposición al sol. Aún en este horario protege su piel con crema de índice de protección solar superior a 25 y resistente al agua.
– Después del baño es importante secarse. El agua en la piel intensifica la acción de los rayos solares.
– Si hay que salir a la calle, procurar que permanezcan a la sombra.
– Proteger la cabeza con gorra con visera o sombrero, y utilizar ropa clara y amplia, de tejidos naturales (algodón, por ejemplo).
– Llevar agua.
– Un ambiente fresco, mejor que mejor.
– Para jugar, dormir o convivir, lo ideal es la habitación más fresca de la casa. Evitar habitaciones con techo tipo uralita o semejantes, que hacen que el ambiente sea más caluroso.
– Si utilizas el aire acondicionado, la temperatura debe bastar para evitar el calor, no para que haga frío.
– Cuidado con los cambios bruscos de temperatura, los bebés y las niñas y niños pequeños tienen menos capacidad de adaptación a dichos cambios.
– Duchar o bañar al bebé y a menores en general varias veces al día, si es necesario. Las toallas húmedas también ayudan a refrescar la piel.
– Evita el exceso de abrigo y los lugares cerrados y expuestos al sol sin climatización como automóviles, casetas o tiendas de campaña.
– Si el coche está aparcado al sol, antes de entrar, recuerda abrir puertas y ventanas y esperar a que baje la temperatura interior del vehículo.
Qué beber y qué comer
– Si tu bebé tiene menos de 6 meses y se alimenta al pecho no necesita agua. En caso de elevado calor ambiental o pérdidas de líquidos por diarrea o vómitos, con aumentar las tomas es suficiente. Eso sí, la madre debe tener una buena hidratación, mediante la ingesta de frutas, verduras y líquidos -sobre todo agua- en cantidad superior a 2 o 3 litros al día.
– Si tu bebé se alimenta exclusivamente con leche preparada en biberón, recuerda no alterar la relación entre el agua y cacitos de polvo, según aconseje el fabricante. En este caso puedes darle agua (hervida o envasada) entre las tomas de leche. Cuando hace calor, los biberones deben prepararse justo antes de su consumo.
– Hasta los 12 meses, es suficiente beber cerca de 1 litro de agua al día, presente en la leche materna, en zumos, frutas y verduras.
– A partir del año, aumenta la ingesta de líquidos, preferentemente agua, hasta casi 3 litros, y zumos naturales.
– Incrementa el consumo de frutas y verduras y evita las comidas copiosas y ricas en grasas así como las bebidas muy azucaradas.
– Aumenta moderada y transitoriamente el aporte de sal.
En caso de signos de deshidratación, insolación o golpe de calor
– Dale agua o soluciones glucosalinas por boca siempre y cuando esté consciente.
– Situarle en un lugar fresco y ventilado.
– Humedecer o envolver su cuerpo en sábanas húmedas.
-En caso de pérdida de conocimiento colocar menor de lado.
– Si tiene vómitos u otros síntomas asociados solicitar asistencia sanitaria.
Extrema la precaución frente al calor en caso de:
– Bebés prematuros o con bajo peso al nacer.
– Enfermedades crónicas o en proceso agudo que cursen con fiebre, vómitos o diarrea.
– Tratamiento con determinados medicamentos.
Más Información en: ‘Frente al Calor‘ y ‘Protección Solar en la Infancia‘