El 20 de este mes se celebrará el día internacional del niño. Entendemos que es una buena oportunidad para regalar a nuestros hijos aquello que más valoran: un poco de tiempo. El tiempo tiene un valor cualitativo y no cuantitativo. La sensación de una hora puede ser eterna o efímera, depende de la intensidad con la que la vivamos. Nuestros hijos valoran más la calidad del tiempo que pasamos con ellos que las horas muertas de convivencia forzada, normalmente aderezada con reproches.
Pensemos en aquellas cosas que les gusta a ellos y regalémosles un poco de tiempo para estar con ellos compartiendo esas inquietudes y vivencias. Pero han de ser ellos quienes decidan qué hacer.
Los recuerdos más intensos que solemos recordar como padres, o como hijos, están asociados a momentos que nos han producido sensaciones especiales. Muy pocas veces a cosas materiales. En mi caso, por ejemplo, uno de los momentos de mayor complicidad que recuerdo con mis hijos, de pequeños, se producía cuando íbamos al cine por la noche, en una escapada eventual entre semana, y nos llevábamos un pequeño ágape que saboreábamos mientras disfrutábamos, al mismo tiempo, de la película y de nuestra cercanía.
Pensemos en aquellas cosas que les gusta a ellos y regalémosles un poco de tiempo para estar con ellos compartiendo esas inquietudes y vivencias. Pero han de ser ellos quienes decidan qué hacer. En el peor de los casos, propongamos aquello que realmente les guste y no lo que a nosotros nos gustaría.
En estos momentos de crisis hay un sinfín de actividades de bajo coste que se pueden hacer en el hogar ese día que en que hemos intentado llegar temprano a casa para poder regalarles un poco de ese tiempo. Aunque el final del otoño puede invitar a no salir, también se pueden proponer, en su caso, una salida al cine, un chiqui parc, o una excursión fotográfica sobre aquellas cosas que a ellos les gusta especialmente (perros, gatos, juguetes, etc) por poner algunos ejemplos de actividades exteriores sencillas.
Pero si el día invita a una mayor intimidad, o el perfil de los niños es menos cinético (les gustan más las actividades sedentaria) se puede proponer una sesión de decoración de algún objeto o de creación a través de diferentes materiales. Si entramos en internet hay un sinfín de tutoriales orientados a tal menester (floreros, cajas de lápices, muñecos, etc).
Si os gustan los juegos didácticos, existen una multitud de actividades para jugar toda la familia como el “natur memori” o los antiguos y famosos “juegos reunidos”.
Lo importante, en cualquier caso, es que esas horas podamos compartirlas con ellos, haciendo lo que a ellos les gusta y olvidándonos de hacerles críticas o reproches.
Pero si queremos estimular la creatividad, podemos optar por ayudarles a desarrollar un comic dibujado por ellos, hacer un guión de un corto o protagonizar una pequeña filmación sobre cualquier tema. Al margen de las connotaciones que podría cuestionarlo, seguro que tanto a los niños, y especialmente a las niñas, les encantaría, a manera de ejemplo, ser los modelos por unas horas de un pase de las prendas de vestir que guardan en sus armarios.
Pero si los niños son más activos, también se puede organizar una gymcana dentro de casa, con búsquedas de tesoros ocultos o identificar objetos con los ojos vendados, entre otras muchas propuestas dinámicas.
Lo importante, en cualquier caso, es que esas horas podamos compartirlas con ellos, haciendo lo que a ellos les gusta y olvidándonos de hacerles críticas o reproches. Si somos capaces de llevarlo a cabo podremos aflorar por un momento ese niño que todavía llevamos dentro.