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Pueblos con encanto: Por el Valle de la Alegría

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Nuestro pequeño itinerario se inicia en el centro del llamado Valle de la Alegría.
De entre sus municipios escogemos Lecrín, situado a 35 km al sur de Granada. Es un solo municipio, pero nació de la agrupación voluntaria de seis localidades: Talará, Mondújar, Chite, Murchas, Acequias y Béznar. Suman algo más de 2.300 habitantes. El núcleo central lo forman Talará y Mondújar, tan próximos que parecen una sola población.
El antiguo sobrenombre de Valle de la Alegría responde a sus cuidados jardines y frondosas huertas, pobladas de naranjos, limoneros, olivos centenarios… Un bello oasis que recuerda el paisaje levantino, aunque situado al pie -y al oeste- del macizo de Sierra Nevada.

Le sugerimos pasear entre sus vergeles sintiendo su “otoño-primaveral”, descubrir las ruinas de castillos con historias de guerra y amores, visitar antiguos molinos convertidos en curiosos museos, o buscar esos rincones de sus pueblos que en nada desmerecen a los de la cercana Alpujarra… Y recuerde llevar su cámara de fotos. Aproveche la luz otoñal, instantes que guardar no le faltarán…

Nuestra propuesta de ruta… parte de la localidad más al sur, Béznar (salida 164 de la A-44, o rotonda de la carretera A-348, Las Alpujarra-Lanjarón), a sólo 4 km encontraremos Mondújar y Talará, y tras recorrer Murchas y Chite acabaremos nuestra excursión en Acequias.

Beznar

Como un prólogo del valle vemos sus tres barrios rodeados por naranjos, almendros y olivos. Ya en el pueblo seguimos la calle principal, que cruza el pueblo. Nos encontramos, antes de cruzar el puente de Isabel II, con una curiosa escultura de un hombre armado con un mosquete, realizada por Pilar Soto.
Esta situada junto a la entrada de la Ermita de S. Antón. En las Fiestas patronales, el segundo fin de semana de septiembre, tiene lugar el tradicional y vistoso desfile de la “Hermandad de los Mosqueteros del Santísimo”. Data esta celebración de 1566, durante la citada guerra morisca. Los Mosqueteros, ricamente ataviados y armados con sus arcabuces y mosquetes son hoy una orgullosa seña de identidad local.
Destaca más adelante la Iglesia de S. Antón, de 1530 y estilo gótico-mudéjar, que se considera la más antigua de la zona. Aunque su exterior está muy restaurado, su interior mantiene los elementos originarios.

Talará

Su nombre original, Atalarab, significa en árabe “barrio de los árabes”. Está situado casi contiguo a Mondújar, a ambos lados de la antigua carretera nacional. Encontramos en la entrada de Talará (viniendo desde Béznar) una bella escultura de una mujer. Su vida cambió y con ella la Historia del Reino de Granada, o acaso ese era su destino…
Isabel de Solís, cristiana hija del Comendador de Martos (Jaén), Sancho Jiménez de Solís, fue raptada en un asalto por los nazaríes de Granada y llevada a la Alhambra. La Torre de la Cautiva lleva este nombre en su recuerdo. La leyenda cuenta que era una joven muy bella, y que el rey de Granada, Muley Hacén se enamoró de ella. Tras profesar la religión islámica y tomar el nombre de Zoraya (Lucero del Alba), el Rey la convirtió en su esposa favorita. Esto provocó terribles celos en la sultana, Aixa, madre de Boabdil. La sultana como venganza urdió intrigas en la corte que acabaron con la abdicación de Muley Hacén en su hermano, El Zagal. Y este, para intentar asegurar su débil trono, firmó un acuerdo para la futura entrega del Reino de Granada a los Reyes Católicos en 1492.

Como un homenaje a la mujer morisca y a la cristiana, Lecrín ha dedicado en Talará una escultura a Zoraya, símbolo de unión entre ambas culturas. Es obra de Pilar Soto Solier. En la simbólica obra, Zoraya da su cuerpo al rey, por lo que este fluye en dirección al castillo de Mondújar. Pero su espíritu quiso permanecer en el cristianismo, y por eso gira su rostro hacia la Ermita del Cristo del Zapato. Merece también la pena visitar esa Ermita, que conserva la devoción a un lienzo, “El cristo del Zapato”. Original iconografía del S. XVII, que representa al crucificado con un pie calzado. Es también arquitectura neoclásica del S. XIX con planta de cruz griega. Desde su mirador se disfruta de la vista del cercano Murchas y sus naranjos, de la vega de Chite, el cauce o rambla (según la estación) del río Torrente, de Acequias y Mondújar.

Mondújar

Sus 676 habitantes se reparten entre el barrio de la Iglesia, más antiguo, y el barrio nuevo. Está a escasos metros de Talará. Tiene un patrimonio histórico-artístico considerable:

Termas romanas. Los restos hallados en la calle Feche, indican que existió una villa romana. Podría ser de mediados del siglo I de nuestra era.

Iglesia Parroquial de la Inmaculada. Levantada en el siglo XVI fue saqueada en la rebelión morisca y posteriormente restaurada. En su interior resalta su cubierta de armadura mudéjar, su retablo Neoclásico del siglo XVII, y esculturas en madera policromada de gran valor artístico. Del exterior destaca su robusta torre-campanario.
Castillo árabe. Esta localidad era famosa en el reino nazarí, a finales del siglo XV, por su castillo. Muley Hacem, lo mandó construir como regalo de bodas para su gran amor, Zoraya. Y en él castillo murió el rey, aunque es tradición que pidió ser enterrado en las cercanías del pico que tomó su nombre, el Mulhacén.

Por último es interesante la visita al Museo del Molino de Aceite. Como en el museo-molino de la vecina localidad de Acequias, se albergan curiosas exposiciones temporales. Abre los sábados, domingos y festivos en horario de 10 a 14 y de 16 a 18 h. Contactar con Antonio Soto, (tlfs. 958 795 002 y 630 436 712).

Murchas

A poco más de 1 km de Talará encontramos esta pequeña población (280 habitantes). Reposa sobre una terraza del río Torrente, quizás la zona más baja y
abrigada de todo el Valle de Lecrín. De ahí la bondad de su clima, y la pujanza de sus huertas. Pasear, sin prisa y en silencio, por cualquiera de sus numerosos caminos, entre naranjos, olivos y limoneros, es un placer. Si necesita un cierto desafío busque el castillo, llamado Castillo de Lojuela, está a 2 km al oeste del pueblo.

Su casco urbano presenta un trazado moderno aunque asimétrico, debido al terremoto de 1884, que obligó a su reconstrucción un año después. Ocurrió a las 21:08 de la noche de Navidad, y fue aterrador: se calcula que duró 20 largos segundos. En el resto de la zona hubo 800 víctimas mortales y unos 1.500 heridos. Desde 1884, cada 25 de diciembre, los varones de Murchas rezan con cánticos un rosario cada Navidad, en acción de gracias por la ausencia de víctimas en el terremoto. Se canta y se disparan al cielo las escopetas de caza. Porque durante la reconstrucción del pueblo, los vecinos disparaban también al aire para que los maleantes supiesen que el lugar estaba vigilado.

Chite

Los olivos de sus huertas son llamados “los gigantes” por sus grandes copas. Es tradición curiosa que crezcan entre los naranjos y limones, se hace para que los protejan de los vientos fríos.
La Iglesia parroquial, de la Inmaculada, ha sufrido diversos avatares. Construida en el siglo XVI, pronto fue saqueada y quemada en la rebelión de los moriscos. Se reconstruyó en el siglo XVII, rehaciendo su torre, armadura y portada. Pero la torre se derrumbó en el terremoto de 1884 y de nuevo se tuvo que levantar. Lo más atractivo de el Castillo de Chite es su emplazamiento.

Se localiza en un cerro, sobre un agradable paisaje: la confluencia del río Ízbor con el barranco de Chite. Se llega a él por un camino que desde Chite baja hacia la presa de Béznar. El Molino de la Inquisición en el Barrio Alto, es de origen morisco, pero perteneció después a la temida Inquisición.

Por último es famosa la celebración del 28 de Diciembre, Fiesta de los Santos Inocentes. Se eligen un alcalde y un alguacil que son los organizadores. Es tradición la subasta de bailes con las mozas del pueblo, se rifan productos donados por el vecindario, y se degustan migas con garlopa y arroz.

Acequias

De los lugares del municipio de Lecrín, es el más cercano a Sierra Nevada. Y el situado a mayor altura (869 metros), sobre una colina aluvial entre el Río Torrente y el Barranco del Pleito, lo que hace su clima algo más riguroso y de fuertes vientos. “Calle de los cuatro vientos”, es el nombre actual de una de ellas. Su nombre viene del topónimo árabe as-saqiya, (que significa “la que da a beber”). En la plaza se encontraba el clásico aljibe donde se acudía para proveerse de agua, y era centro de reunión. Sobre él se ha construido un bello espacio, con pérgola y fuente cantarina, que sigue cumpliendo su papel social.

Su Iglesia parroquial dedicada a San Antón, está declarada Bien de Interés Cultural. Es una de las pocas iglesias que conservan en su fachada una de aquellas “cruces de misión” de principios de siglo que los más mayores recuerdan. Construida entre 1546 y 1551 sufrió un saqueo en la guerra morisca. Tiene una sola nave con torre de dos cuerpos, rematada por una veleta de hierro forjado del siglo XVIII. Posee también un artesonado de tradición mudéjar.

Los molinos de Acequias están adquiriendo renombre internacional, gracias a la restauración* del Molino del Sevillano. Hoy es un museo de cuidado diseño que merece por sí solo la visita. Está en el camino de Acequias a Nigüelas, en un bonito paraje que dispone de un pequeño merendero bajo unos álamos. Su horario: jueves, sábado y domingo, de 10 a 14 h. Tfnos: 958 795 002 y 630 436 712.

*Se restauró gracias al proyecto Aramis de la Comunidad Europea.

Más información en:

www.mancomunidadvalledelecrin.com

Fuente:

  • Junta de Andalucía (Guías del Parque Natural de Sierra Nevada)