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Paseo de la Fuente del Avellano

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La Asociación de vecinos del Albayzín Bajo hace en su web una descripción muy bonita sobre este recorrido. Aquí os ponemos un trozo de la misma, pero si queréis leer más no dudéis en visitar su web: Web de la Asociación de vecinos del Albayzín Bajo.

El camino parte del Paseo de los Tristes, igual que lo hacía en tiempos de los reyes nazaríes. Una vez que se cruza el Darro por el puente del Aljibillo, el del Rey Chico, a la izquierda, asciende el Camino del Avellano, que siempre fue una ancha vereda de tierra roja. Gana altura durante un centenar de metros y se hace llano y cómodo. Es el paseo literario y poético de Granada, donde es posible leer los versos de un escogido grupo de poetas que desde hace unos años están tallados en placas metálicas grapadas a grandes rocas situadas a los bordes del sendero, donde Emily Dickinson describe a los pequeños petirrojos, Juan de la Cruz muestra la «cristalina fuente» y Carvajal recuerda a los ruiseñores de las riberas del Darro. De los lados del camino parten veredas que ascienden hacia la colina de la Sabika, en un intento de coronar la Silla del Moro, otras buscan las canalizaciones de la antigua Acequia Real de la Alhambra. Y hacia abajo, se internan en antiguos cortijos y viviendas situadas en la ribera, y caminan hacia ya inexistentes puentes sobre el río. La ladera es de vegetación frondosa que ha rellenado con aulagas, romeros, lentiscos, olivos perdidos y almendros, los espacios de viejas terrazas que durante décadas fueron huertos. En los puntos más sombríos, especies de flora como helechos, culandrillos de pozo y ombligos de venus, aprovechan la humedad que rezuman los conglomerados arcillosos que forman la montaña y que se ven cubiertas por densas hiedras y las exuberantes flores de la viuda, de color morado. Higueras, fresnos y nogales, reafirman que el camino y la colina forman parte de un claro ecosistema mediterráneo en el borde de la ciudad.
Y el Avellano, una pequeña plaza empedrada, rodeada de un pretil de piedra a modo de largo banco en el que descansar, donde una construcción de piedra cubre la tierra de la montaña y que desde 1827 acoge un pilar sobre el que caen dos finos caños de agua, la Fuente del Avellano, hasta ese momento, era un tímido manantial, una surgencia por la que aparecía el agua que se filtraba entre los conglomerados tras escaparse, poco a poco, del cauce de la Acequia Real, por lo que algunos granadinos la llamaron Fuente de las Lágrimas. A final del XIX, la plaza y fuente fueron el escenario de las tertulias poéticas y filosóficas de la Cofradía del Avellano, fundada por Ángel Ganivet y otros escritores e intelectuales, que al atardecer caminaban hacia la fuente para soñar una nueva Granada, como las leyendas dicen que le ocurrió a Alhamar, que en este paraje recibió la vista del ángel Azael que le incitó a construir la fortaleza roja.

Durante décadas el agua del Avellano era captada cada día por grupos de aguadores que con sus cántaros la transportaban para venderla en la ciudad, donde voceaban sus bondades para el cuerpo y el alma.

Distancia y tiempos:

Distancia del itinerario 1,5 Km. Tiempo medio empleado 22 min.

Localización:

El recorrido comienza en el Paseo de los Tristes, y tras cruzar el Río Darro continúa por el Camino del Avellano hasta llegar a la Fuente del Avellano.