FORMACIÓN

¡Mamá, quiero una mascota!

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Foto: je1196

Dentro de poco, sus hijos acabarán el curso escolar y muchos de ellos, como premio deseado a lo largo del año, pedirán por su esfuerzo una mascota, especialmente un perro. También podrá ser un gato, un conejo, un ave e, incluso los más atrevidos, un reptil.

Foto: adzica

En septiembre, cuando se reinicie el curso escolar, probablemente usted será uno de tantos padres o madres que formarán parte de ese universo de cuidadores de perros en diferido que coinciden en los parques y jardines de todas las ciudades y pueblos del mundo mientras sus hijos se niegan, con las más variables escusas razonables, a sacarlos.

Vaya en primer lugar los indiscutibles factores que hacen valorar esta decisión positivamente tanto desde el punto de vista tanto psicológico, como social y físico y afecta por igual a los adultos tanto como a los niños. Su importancia terapéutica hace que, en España como en todo el mundo, existen diplomaturas y Masters en terapias asistidas por animales.

Innumerables estudios demuestran que tener mascotas reduce considerablemente el stress y la ansiedad además de otras enfermedades cardiovasculares como la Hipertensión Arterial. En niños con diferentes patologías, el autismo entre otras, se recomiendan terapias con gatos, perros e, incluso caballos.

Está demostrado que acariciar a las mascotas produce una disminución del cortisol, que es la hormona del estrés, además de incrementar la síntesis de oxitocina que es una neurohormona relacionada con el afecto. Recientemente un estudio con perros demostró que la mirada con sus dueños potenciaba significativamente la oxitocina, produciendo un mayor nivel de satisfacción, efecto que no se efectuaba con otros animales por lo que el perro se le considera la mascota preferida por todos.

Foto: Inferatu

En los niños se ha comprobado que las mascotas, al igual que los mayores, permiten mejorar sus capacidades de comunicación, potencian la movilidad de sus dueños y ayudan a su interacción e integración social. En este sentido, hay estudios también que demuestran que los niños con mascotas viven más predispuestos a interesarse por su entorno.

Sin profundizar demasiado en ello, es importante subrayar que no existe un perfil único de mascota para todos los niños, sino que es necesario estudiar qué mascota es la más adecuada para la personalidad de cada niño. Especialmente con los perros es importante decidir qué tipo de raza se adecua mejor a las necesidades de cada niño dada la amplitud de perfiles en el mundo canino. En términos generales es mejor buscar el perfil complementario entre ellos. Pero no sólo eso, es recomendable también, cuando son cachorros, conocer qué carácter tiene específicamente cada perro. Para ello existe el test de Campbell que determina su carácter siendo, en su caso, preferible los caracteres equilibrado o sumiso y no siendo recomendables para los niños los dominantes e independientes.

Pero para un niño es bueno no sólo tener una mascota, sino responsabilizarse de ella, asumir un compromiso, tener una disciplina. Los animales necesitan una rutina diaria y ese ritmo debe ser asumido por el niño salvo excepciones muy determinadas. Posiblemente sea esa la mayor dificultad a la hora de ejecutar las reglas del juego de las mascotas con sus hijos. No asumirlas supone que su hijo perderá la oportunidad de desarrollar competencias indispensables en el mundo real con el que tarde o temprano deberá enfrentarse aunque, al final y en compensación, sea usted quien acabe disfrutando de sus ventajas.