Marina García, psicóloga del Instituto Psicode ha escrito este cuento para su hijo de 5 años. Con él ha intentado darle estrategias de autorregulación emocional para tres situaciones concretas: el enfado, la tristeza y el miedo.
Es un cuento precioso que nos parece que debe compartirse, pues todos nos hemos encontrado más de una vez con situaciones donde nuestros hijos sufren estas emociones y a veces les es difícil gestionarlas, incluso para nosotros.
«Había una vez … en un lugar muy muy lejano, unas inmensas montañas que cada mañana estaban acompañadas por un rebaño de ovejitas y su pastorcito.
El pastorcito era muy amable con la gente del pueblo y todos lo conocían por lo bien que cuidaba de sus ovejitas. Era un niño muy bueno querido por todos, sobre todo por sus ovejitas, que le adoraban.
El niño pastor vivía con sus padres. A veces le entraba malhumor porque tenía que recoger su habitación. Se molestaba con sus papás y no quería recoger.
Las ovejitas olían el malhumor de pastorcito y ellas se ponían tristes porque no les gustaba que pastorcito se enfadara.
Una mañana, cuando las ovejitas salieron a pastar se lo contaron a sus amigos los enanitos de las montañas, y ellos se pusieron a pensar cómo le podían ayudar.
A la mañana siguiente cuando pastorcito despertó una pluma en su mesilla encontró. Ponía una nota: “cuando tu calma se vaya sopla la pluma con ganas”.
El niño la cogió y en su bolsita la enganchó para no perderla.
Pastorcito y las ovejitas pasaron la mañana pastando y disfrutando de las inmensas montañas.
Cuando llegó a casa se puso a jugar con sus trenes de madera. Antes de cenar, su mamá le dijo que los tenía que guardar. Pastorcito no quería y vio cómo su enfado aparecía.
De repente pastorcito se acordó de la pluma que le habían regalado los enanitos, la cogió y pensó :“cuando tu calma se vaya, sopla la pluma con ganas” y así lo hizo.
Antes de enfadarse por no querer recoger, cogió aire por la nariz y lo soltó por la boca soplando la pluma con ganas. Observaba como se movía, lo volvió hacer, cogió aire y sopló la pluma, así hasta cinco veces.
Pastorcito pronto pudo comprobar cómo su calma apareció, y su enfado se desvaneció. Entonces se puso a recoger los trenes cantando la canción: “A guardar a guardar cada cosa en su lugar,sin romper, sin tirar….”
Ovejitas se pusieron muy contentas porque los enanitos ayudaron a pastorcito a calmar el enfado con la pluma, entonces pidieron a los enanitos que le obsequiaran con algo para quitar las penas.
Pidieron esto, porque a veces olían a pastorcito triste, más callado, pensativo y sin ganas de jugar. Su corazón algunas veces se ponía a llorar, porque alguna pena tenía y no la sabía sacar.
Entonces los enanitos de las montañas se pusieron a pensar cómo le podían ayudar.
A la mañana siguiente, Pastorcito encontró una piedrecita con forma de mariquita, que tenía una nota que ponía: “cuéntale las penas a Mary, quita penas”.
Pastorcito asombrado por el gran regalo, pronto a mariquitapenas le contó su tristeza, y poco a poco mientras se lo contaba notaba como su corazón dejaba de llorar y podía sentir más ganas de jugar. Estaba más contento al sacar las penas fuera. Esto era muy importante porque luego se las podía también contar a sus papás y todavía se sentía muchísimo mejor.
Ovejitas estaban muy muy felices de todo lo que hacían los enanitos y les pidieron un último favor: “Queremos que ayudéis a pastorcito a abrazar el miedo cuando está solito en su habitación y aprenda que no pasará nada malo por estar sin sus papás”.
Cuando Ovejitas se lo contaron a sus amigos los enanitos de las montañas, ellos se pusieron a pensar cómo le podían ayudar.
Cuando llegó la noche, los enanitos dejaron una almendra dorada y una nota que ponía: “Cuando el miedo se acerque, agarra la almendra fuerte”.
Esa misma noche Pastorcito la agarró y apretándola dormido solito en su cuarto se quedó.
Ovejitas estaban muy felices y les dijeron a los enanitos que ayudasen a más niños como Pastorcito a manejar sus enfados, sus penas y sus miedos. Y los enanitos se pusieron a pensar en cómo podían ayudar.
Y …¿sabéis lo que hicieron? Los enanitos nos escribieron este lindo cuento para aprender a ser valientes, saber calmarnos y expresar nuestros sentimientos.
Y colorín colorado…este cuento se ha acabado.»
Escrito por Marina García, psicóloga del Instituto Psicode.
En esta bolsita está la pluma, Maryquitapenas y la almendra dorada.