FORMACIÓN

Bebés inteligentes – ¡de verdad!

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Hoy quiero dejaros un poco de food for thought (comida para la mente, literalmente). Estamos acostumbrados a escuchar en prensa y medios sobre las increíbles capacidades del cerebro humano, y en muchos casos, de la gran capacidad de los más pequeños para absorber el mundo que se les presenta.

Hace unos días, divagando por la red, descubrí un alucinante vídeo de la especialista en ciencias del conocimiento Laura Schulz para la prestigiosa TED. TED es una organización que distribuye charlas a través de su web con grandes expertos de todas las materias, y que intenta acercar los últimos avances en ciencia, tecnología, artes, religión, … Son charlas cortas, de unos 15 minutos, con los mejores especialistas de cada área.

Para daros un poco de perspectiva sobre mi postura previa a ver la charla, mi trabajo se centra en el mundo tecnológico, en concreto en el desarrollo de software. Como yo, muchos de los profesionales que trabajamos directamente con tecnología somos partidarios de las teorías sobre la evolución exponencial de las capacidades tecnológicas de nuestras máquinas. O al menos, de manera parcial, vemos el tremendo avance de la capacidad de las emergentes inteligencias artificiales. En definitiva, teorizamos sobre la posibilidad de que las máquinas nos superen en capacidad en una franja no superior a los 20 años.

He de reconocer que después de ver esta charla un par de veces, mi seguridad al respecto puede haber cambiado: la capacidad del cerebro humano está aún por descubrir.

Las premisas que plantea Schulz en su charla son bastante simples: la manera en la que las máquinas son capaces de aprender y evolucionar es mediante el análisis de grandes volúmenes de datos, sobre los que generan conclusiones. Véase por ejemplo cómo Skype va a introducir traducciones a tiempo real en sus llamadas telefónicas, o como Google utiliza el Big Data para traernos información relevante a nuestros teléfonos.

Ahora bien, la afirmación de Schulz es que el cerebro humano funciona de manera totalmente opuesta: desde datos muy escasos y fragmentados, nuestro cerebro es capaz de comprender y asimilar la realidad que se nos presenta. Es por esto que se decidió a realizar una serie de experimentos con bebés de unos 18 meses para ver si esta afirmación era o no una evidencia.

Schulz expone a los bebés a varias pruebas simples, acompañados de sus madres, en las que intenta exponer su teoría. El hecho de observar a los bebés pasar las pruebas es sencillamente increíble, nuevamente os recomiendo que miréis la charla.

En la primeras dos pruebas, Schulz intenta establecer cómo los bebés son capaces de discernir cuando los datos que están recibiendo suponen una muestra correctamente distribuida. Hablando de manera más clara: los humanos hacemos generalizaciones a partir de lo que observamos y medimos, y es importante que lo que observamos sea representativo de la realidad y generalista. Así, Schulz ofrece a los bebés pelotas de una caja que en su mayoría son azules y otras pocas son amarillas, y les muestra, sacando de la caja 3 bolas azules, que éstas hacen ruido al estrujarlas. Sin haber tenido contacto nunca con una pelota amarilla, el bebé llega a la conclusión de que la amarilla también debe hacer ruido, y lo intenta.

Cuando en la segunda prueba, se le muestran nuevamente tres pelotas azules que hacen ruido, en una caja con más amarillas que azules; los bebés son capaces de anticipar y comprender que los datos que se le ofrecen han sido pre-seleccionados, y que por lo tanto la bola amarilla que se le da a coger no se comportará como las azules. Y sorprendentemente, así reacciona el bebé.

La siguiente ronda de pruebas os dejará también con la boca abierta. No quiero estropearos que la experimentéis vosotros mismos, pero os adelanto que los bebés os sorprenderán.

Mi conclusión es la siguiente, y coincido con Schulz en lo maravilloso de sus resultados (y de otros tantos científicos realizando pruebas tan simples pero ingeniosas como las suyas): tenemos desde muy pequeños una increíble capacidad de abstracción y asimilación a partir de muy pocos datos. Como padre muchas veces me he maravillado al ver a mis hijos hablar a los 18 meses, expresando emociones complejas, …

Por último, Schulz hace una predicción que quizás sea muy acertada: no se trata sólo de capacidad computacional, el cerebro humano es sencillamente una clase diferente de inteligencia a la artificial, y muy probablemente en nuestra vida no veremos a las máquinas superarnos en nuestra capacidad de entender y predecir la realidad.

Os dejo el enlace al vídeo, lamentablemente aún no está subtitulado en castellano, quizás en cuanto vosotros lo veáis sí, así que os recomiendo que no os lo perdáis: