Recorrer la ruta del tranvía con niños entre 1 y 4 años fue una decisión muy acertada, tanto porque realizamos la inmersión en la historia del añorado tranvía y de todo lo que le rodeó: duques, reyes e infinidad de personajes, como por la belleza del paisaje, a puntito de sufrir una explosión de colores otoñales.
El punto de encuentro fue el Centro de Visitantes del Dornajo, ya que si alguien se retrasaba, cosa no extraña con niños, podríamos tomar un café en la recién estrenada cafetería del equipamiento.
Lo primero fue localizarnos en la maqueta de la Sierra que existe en la gran sala, más lo que verdaderamente les atrajo fue la del Tranvía, donde los más pequeños no perdieron detalle, puentes, túneles, ciclistas y algún que otro coche descarrilado.
Desde El Dornajo bajamos hasta Güejar Sierra por la carretera que pasa junto al Hotel del Duque. Dejamos el coche en la zona conocida como “La Fabriquilla”, donde se ubica la central hidroeléctrica, y punto de inicio del sendero que íbamos a realizar, paralelo al río Genil.
Una vez que los más pequeños estaban preparados, con la equipación adecuada para ir en bicicleta, iniciamos el camino.
Los más chiquitines en carrito ya que el camino es horizontal, muy sencillo y sin dificultad alguna, eso si, tuvimos que tener cuidado con los más intrépidos que querían asomarse al río y en muchos de los tramos no hay baranda, pudiendo ser la caída bastante alta.
A pesar de lo cortito del itinerario, solamente llegamos a la antigua estación del Maitena, no más de 2 km, fueron muchos los atractivos y las ocasiones en las que dimos rienda a la imaginación: excavamos a pico y a pala un túnel en la montaña, subimos al tranvía, escalamos rocas, observamos y seguimos a pequeños insectos….
El regreso fue rápido, tantas sensaciones habían despertado el hambre, y que mejor que comer junto al río en compañía de patos, que se mantenían a la expectativa por si algún trozo de pan les llegaba.
A la vuelta parada obligada en el pueblo de Güejar Sierra donde nos habían recomendado que compráramos miel. La chica que nos atendió nos comentó que si otro día repetíamos la experiencia contactáramos con la gente del Camping-Cortijo Balderas, que al encanto del camino les suma la emoción de ver aparecer a lo largo del mismo personajes muy vinculados a la historia del tranvía.
Una salida repleta de anécdotas y aventuras donde todos fuimos obreros, maquinistas, revisores y viajeros.
Artículo también publicado en Cuaderno de experiencias en Sierra Nevada.